jueves, 22 de septiembre de 2011

Descripción del tema


 El cuarteto Mousike

Un milisegundo antes de comenzar todos inhalan, como cogiendo fuerzas, y todos los cuerpos se mueven hacia arriba mientras el aire entra en ellos. Se miran entre ellos, con los instrumentos en posición y el arco apuntando y amenazando a sus cuerdas, con una mirada ya identificada de Angie Agudelo, empiezan a tocar. Play.

La perfecta armonía de los sonidos del violín, la viola y el violonchelo, empiezan a transportarme a otra época, a otra dimensión. Sólo falta un coro de ángeles para pensar estar en el cielo. Este cuarteto de cuerdas me recuerda al cuarteto que tocaba mientras el Titanic se hundía; da cierta sensación de nostalgia inexplicable. La piel se eriza, es como si las notas penetraran en los sentidos y se aprovecharan de ellos.

Los miembros de este cuarteto practican como si estuvieran en un concierto, forman una media luna mirando al público imaginario, del que en este caso formo parte. De  derecha a izquierda está primero el violonchelo, el cual a diferencia del violín y la viola es un poco masculino y robusto; entre sus piernas lo tiene el único hombre del cuarteto, Sebastián Mosquera. Su tronco está inmóvil,  y el violonchelo parece otra extensión de su cuerpo, una expresión de madera de abeto y cedro que traduce lo que quiere decir cada átomo del violonchelista.

De vez en cuando Mosquera mueve el pie derecho como una guía; parece el único lugar del cuerpo que tiene permitido mover aparte de sus manos. Angie Bolívar sigue con la viola, éste instrumento se ve grande en comparación con su cuerpo. Se comunica bastante con Sebastián por medio de miradas y de la cintura para arriba mueve el cuerpo de un lado al otro con delicadeza, como si flotara sobre nubes. Sindy Camacho sigue con la media luna y con la cara bastante seria. Sentada en la punta de la silla, parece una estatua de la cintura para abajo y toca el violín como si se tratase del susurro de una madre a su bebé. En la otra esquina de la media luna está Angie Agudelo, a simple vista se nota que es la que tiene más experiencia; ella es la que da la señal con su mirada para comenzar y a la que más pasión se le nota en sus movimientos. Con cada nota el cuerpo hace un movimiento como si la fuerza viniera del cuerpo y no de los brazos. La mano que maneja las cuerdas del violín va a una gran velocidad acertando en cada nota. Me quedo estática viéndola a ella, parece que todo se pusiera nubloso y solo pudiera ver sus rápidos dedos en el violín. Parece que fuera de mentira, parece que su mano fuera manejada a control remoto.

Ahora observo a todos. Cada uno diferente, pero forman un rompecabezas perfecto de armonías. El ritmo acelera y desacelera en cualquier momento, siempre sorprendiendo al oído. En momentos llegan a un punto en el que parece una banda sonora completa y no cuatro instrumentos; es cine para los oídos. La música sube, sube y sube como si quisiera llegar al cielo. En los movimientos de ellos pareciese que se esforzaran para que Dios escuchara. Y justo cuando están tan cerca de que el escuche, se rinden.

Otra vez las cuatro miradas se cruzan, noto que el final está cerca. Cada uno separa el arco de su instrumento en el momento preciso, como si se pusiera stop a un CD imaginario. Stop.

2 comentarios:

  1. Describes con claridad y dibujas la escena muy bien, podrías haberlo trabajado más para que no sea un simple cuadro sino una historia completa.

    ResponderEliminar
  2. Trata de usar expresiones que no parezcan artificiales. Hablar de un milisegundo lo parece totalmente. En final del primer párrafo no se entiende bien. Cuando hablas de Angie dices muchas cosas que de pronto notaste, pero con lo que describes ahí el lector no queda convencido.

    ResponderEliminar