viernes, 21 de octubre de 2011

(Narrador periferico)

 Cuarteto de angeles


Los viejos aman la música clásica. Es raro encontrar jóvenes escuchando esa música, y mas raro aun, ellos mismos tocándola. Eso pensé al ir al concierto de el grupo Mousike en la iglesia principal en Cota. Como quedaba lejos y no sabía llegar decidí invitar a mi amigo Andrés. Andrés es melómano y creo que era mi único amigo que diría que sí a ver a un cuarteto de cuerdas en una iglesia en Cota.

Un cuarteto de cuerdas es un conjunto musical de cuatro instrumentos de cuerda. Esta familia feliz la forman dos violines, una viola y el hombre de la familia, el violonchelo. Para que tengan una mejor imagen, es igual al famoso cuarteto de cuerdas que tocaba mientras el Titanic se hundía. Si ya tienen la imagen en mente se imaginarán por qué esperaba encontrar la iglesia repleta de viejos o adultos.

Cuando por fin llegamos estaba en la puerta una señora de edad recogiendo los datos para avisarnos nuevamente de otros conciertos. Mi amigo preguntó si ya había comenzado el concierto ya que veníamos 40 minutos retrasados.

-       No, pero ya van a comenzar… qué lástima la lluvia, con la lluvia nadie sale.

Y la señora tenía razón. No sé si por la lluvia o porque no hay suficientes viejos en Cota para ver un cuarteto de cuerdas, pero la iglesia estaba casi vacía.

Los jóvenes en la iglesia se podían contar con una sola mano y lo interesante es que entre ellos contábamos a los artistas. Sí, los que tocaban los violines, la viola y el violonchelo eran jóvenes. Angie Agudelo, Sindy Camacho, Angie Bolívar y Sebastián Mosquera tienen entre los 19 y 24 años.

Angie Agudelo es la que mira a los ojos a el resto del cuarteto, con su señal todo empieza. El público mira en silencio, todos miran hacia delante como si estuviéramos en una misa. Andrés me mira de vez en cuando y con su mirada me demuestra su aprobación, está encantado con el grupo.  Un niño como de unos 2 años es el único que se mueve, todos parecemos estatuas, estamos hipnotizados por el ritmo de las cuerdas.

Andrés no le quita la mirada a Angie Agudelo, así como es apasionado por la música, se apasiona por el que hace buena música. Se queda mirando los dedos de Angie que aciertan a gran velocidad. Solo la mira a ella.

Un hombre en silla de ruedas mira al cuarteto Mousike. Aplaude entre las canciones y no se sabe si esta allí por su propia voluntad o porque no tuvo de otra y lo llevaron rodando en ese día lluvioso y frío a la iglesia principal de Cota. Aparte de las personas existen otros espectadores. Al frente, arriba, en la pared está un Cristo en la cruz, la Virgen María y otros ángeles también escuchan al cuarteto de cuerdas.  A ellos sí les tocó escuchar a la fuerza, al igual que mi amigo Andrés tal vez quedaron enamorados de Angie porque no se movieron en todo el concierto. 

1 comentario:

  1. Si la historia no se limitara sólo a registrar el presente sino a indagar en la vida de los personajes, ésta historia podrían tener más peso.

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